… into the land of thick darkness

(…a la tierra de la oscuridad espesa) Hesba Stretton de Cables and cobwebs

PRÓLOGO

En la zona oscura está compuesto por cuatro cuentos inequívocamente enmarcados dentro de la literatura de ficción, que no ciencia ficción. Los temas que abarcan, sin embargo, no son ficción, sino realidad del vivir humano. Así, El Goteo, que abre la serie, trata el tema del remordimiento y a lo que lleva ese remordimiento en lo más profundo de la psicología humana. En La Otra Vida de Isabel, una mujer joven, de alta sociedad, de éxito, tiene un secreto que oculta no sólo a quienes la rodean sino a sí misma. El piano nos muestra la ambición más oculta de un pianista, extensible a otros artistas, y las consecuencias de esa ambición. Sor Juana, como lo indica el título, tiene como protagonista a una religiosa y su religiosidad contrapuesta a la vida mundana.

La literatura no se limita al dominio de la lengua y de una serie de técnicas que semejan pases de

magia, porque no se ven pero están allí, sino que se extiende al campo más misterioso de la imaginación, tanto de su hacedor como de su lector. Cuando sus mentes se encuentran dotan a esas palabras de realidad, o sea, crean un mundo poblado de personas y objetos (y animales) que se pueden ver, oír, y en ocasiones hasta oler o palpar; un mundo que sólo puede ser maravilloso. Espero que nos encontremos en estas páginas.

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EL GOTEO

El domingo siempre ha sido un placer, se dijo, y, despreocupado, las manos en los bolsillos, Juan siguió a lo largo de la cerca mirando el jardín de la casa abandonada, que más parecía una jungla que un jardín. Cómo no iba a dar miedo si parecía el Amazonas. Se detuvo ante la puerta cancela, le faltaba pintura, y alzó la vista a la fachada. Tenía la fama que tenía, la casa esa, la que se había ganado a pulso, decían, desde antes que él naciera, el asesinato de la madre y sus hijas, la desaparición del padre, la del inglés, que había llegado un día con mochila y se había atrevido a entrar; hasta un perro había desaparecido; y una quinceañera que estaba de paso con su familia y había dejado un revuelo de guardiaciviles y abogados; pero él no se acordaba; todo eso lo decían los mayores.

La casa más rica del pueblo, abandonada. Y con el abandono se había ido desconchando la pintura, se había partido una teja aquí, otra allá, descolgado un canalón, ennegrecido el cristal de las ventanas, desmoronado media chimenea. Volvió la vista a la puerta cancela. La vereda que llevaba al porche, ni diez metros, calculó, apenas se veía entre el pastizal. Y los fondos; a ver si podía verlos desde la esquina, porque desde allí era imposible. Anduvo unos cuantos pasos, se apoyó en la cerca oxidada, estiró el cuello. Qué iba a ver con esos árboles y esa retama que nadie había podado en años; era lúgubre, el sitio; ni los okupas se atreverían a entrar allí.